Esta hermosa planta de tallos y hojas carnosas y de singular floración se la conoce como planta "paraguas" o "paracaídas", por la semejanza de su flor a estos elementos, pero a mi me recuerda más a un pequeño farolillo de estilo modernista. Es originaria del sur de África y pertenece a la misma familia que las hoyas. Su cuidado es relativamente sencillo y no requiere grandes atenciones, es de las que tenemos que olvidarnos con cariño.
La Ceropegia sandersonii tiene un crecimiento más bien rastrero (le pesan los tallos...) pero si la sujetamos en una malla, espaldera, celosía... o en una cesta colgante, resaltamos su carácter decorativo.
La situaremos en un lugar luminoso, pero sin sol directo o muy suave, y protegida del frío (por encima de los 10 ºC). El sustrato será ligero y con buen drenaje, regando cuando esté seco y evitando los encharcamientos, pues sus raíces y los tubérculos que forman (y con los que se puede reproducir) se pudren con facilidad.
La técnica empleada por esta planta para asegurarse la polinización de sus flores es similar a la de algunas orquídeas. Las flores son verdaderas trampas que "encierran" a sus polinizadores hasta que es fertilizada. En el fondo del tubo floral, donde se encuentran los órganos sexuales de la planta, existen unos "pelillos" inclinados hacia abajo que impiden el ascenso del insecto por el tubo. Cuando la flor "se considera satisfecha" (se ha activado el mecanismo de fertilización y ha sido polinizada) estos pelillos se debilitan y permiten la escapada de la pobre "victima" al exterior...
La tenéis disponible en M-12 y viene "liada" en una espaldera de bambú donde crece y florece con alegría. Sus insólitas flores son una muestra más de lo increíble y hermoso que puede llegar a ser nuestro querido "Reino vegetal".
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