Conocida por ese nombre debido a que los primeros misioneros cristianos que llegaron a América quisieron ver en ella parte de los elementos que se emplearon en la Pasión de Cristo y la denominaron así, 'Pasionaria', 'Flor de la Pasión', 'Flor de Cristo'... la similitud de la corola con la corona de espinas, su estructura de cinco pétalos y cinco sépalos interpretada como los diez apóstoles (todos menos Judas Iscariote y Pedro), el ovario y su base el Cáliz de la Santa Cena, los cinco estambres que representarían a los cinco estigmas, los tres pistilos corresponderían a los clavos de la cruz, los zarcillos los látigos que lo azotaron... imaginación (teológica) al poder.
La Passiflora caerulea es de las más resistentes de esta familia de trepadoras, que comprende más de 530 parientes, y es por ello la más utilizada en jardinería, a parte de por su infinita belleza y su rápido crecimiento. Es una planta que no pierde las hojas en invierno (perenne) y que nos regala sus hermosas flores blancas o azuladas desde finales de primavera hasta mediados del otoño. Precisa de un lugar bien iluminado, a pleno sol, pero protegido del más fuerte en verano, y un riego abundante pero sin encharcamientos, con un suelo rico que drene bien dejando pasar el exceso de agua. En invierno menos. Resiste bien las heladas, hasta -5º C. El fruto no es tóxico, pero si algo insípido, no como el de su pariente P. edulis, el famoso 'fruto de la pasión' o 'maracuyá'.
Disponemos de esta "apasionante" planta trepadora, fuerte y vigorosa en dos tamaños y dos colores, la clásica P. caerulea, de flor blanca (foto derecha), en M-12 y enredada en un arco metálico de unos 45 cm de altura y de un híbrido de color rosa fuerte (P. Lavender Lady), en M-19, 80 cm de altura y enlazada en una estructura piramidal (foto izquierda).
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